La evolución de la Tecnología a lo largo del Paleolítico Inferior (Parte 2)

Este artículo es la continuación del primer post que publiqué sobre la tecnología en el paleolítico inferior. Las fuentes que he utilizado son las siguientes:

La estructura del mismo sigue la pauta de los apuntes de la Universidad de Málaga de mi época de estudiante.

Las definiciones de los útiles y las imágenes están sacadas de Wikipedia, gran fuente de recursos.

La información complementaria la obtengo del manual de Prehistoria dirigido por Eudald Carbonell " Homínidos: Las Primeras Ocupaciones de los Continentes". Espero que sea de vuestro agrado.

El segundo conjunto tecnológico del paleolítico inferior es el MODO 2, también conocido como ACHELENSE, el cual representa un estadio que se llega a partir del Olduvayense y otras tecnologías arcaicas. A partir de los protobifaces arcaicos, que parten a su vez de los cantos tallados, se dan los bifaces achelenses que ya se tallan por ambas caras. Nos encontramos cada vez más útiles realizados sobre lascas y tienen su claro precedente en las lascas retocadas de las industrias de cantos.

La cronología del Modo 2 es amplia y variable; El modo II se asocia a poblaciones de Homo Ergaster, y hace su aparición hace 1,5 millones de años en África, después aparece hace 1,4 millones de años en el Próximo Oriente, se documenta hace 800.000 años en Asia Oriental asociado a poblaciones de Homo Erectus, pero luego hay un vacio de modo 2 en Asia hasta el 300.000, y llega a Europa hace 500.000 años asociado a poblaciones de Homo Heidelbergensis. Sus límites más recientes coinciden con la transición del pleistoceno medio al superior, que se inicia con el Riss-Wurm, que es cuando aparecen manifestaciones tecnológicas del paleolítico medio, aunque el achelense pervivirá en algunas zonas.

El útil más característico del Modo 2 es el bifaz, núcleo tallado por las dos caras. 

Evoluciona a partir de los cantos tallados. La evolución del bifaz vendrá marcada por un incremento en la variedad de tipos, por la progresiva regularización de sus formas, ya que empiezan siendo muy irregulares y progresivamente son más delgadas. Los filos comienzan siendo muy sinuosos y se van haciendo cada vez más rectilíneos. Hay una progresiva incorporación del percutor blando, lo que permite un mejor acabado y filos más rectilíneos.

Desde los primeros momentos, los pioneros del estudio de las herramientas paleolíticas atribuyeron al bifaz el papel de hacha o, cuando menos, la realización de actividades pesadas. Pronto surgió la idea de que el bifaz era una herramienta de múltiples funciones.



Como acabamos de indicar, el bifaz está destinado a labores pesadas, trabajos de gran dureza; asimismo, cada uno de ellos sirvió para varias tareas diferentes; es más, dado que los bifaces pudieron ser reciclados, reafilados e, incluso, refabricados por medio de la talla, a lo largo de su vida útil pudieron servir para cometidos muy desiguales. Por eso, no conviene utilizar el vocablo hacha para referirse a ellos, pues, sin duda, sirvieron para cavar, cortar, raspar, excavar la tierra, para la recolección de vegetales, hendir, perforar madera , golpear, rematar animales... Igualmente, el bifaz —dada su masa— pudo ser, ocasionalmente, aprovechado como núcleo, y, aprovechando la retalla rectificadora o reparadora, obtener lascas que pudieron ser utilizadas como cuchillos o transformadas en útiles especializados por medio del retoque.

Un video muy interesante sobre cómo se elabora la tecnología modo 2, un bifaz, lo podéis ver en la web arqueolab; dejo el enlace:


Junto a los bifaces, hay otros elementos que están realizados sobre lascas o sobre láminas. Son útiles de menor dimensión y que presentan una mayor variedad de tipos que los bifaces. Su presencia en las primeras fases del achelense no es muy cuantitativa y cualitativamente, pero progresivamente irá adquiriendo una mayor presencia. Serían útiles que comienzan haciéndose con percutor duro, pero se irá incorporando el blando permitiendo un mejor acabado. Sus funciones, al diversificarse, indican que nos encontramos ante una tecnología que se va poco a poco especializando.

Entre estos útiles destacamos las muescas, denticulados, raederas y en menor medida hendedores, raspadores, cuchillos de dorso natural o de dorso rebajado:

- Muescas: parece que servirían para alisar elementos de madera.

- Denticulados: El útil denticulado es un instrumento lítico prehistórico sobre lasca, cuyo filo está trabajado con una serie de muescas contiguas y regulares y del mismo tamaño, como una especie de sierra. Son distintas muescas que aparecen unidas a lo largo de un borde.





- Raederas: Una raedera es un útil lítico prehistórico fabricado sobre una lasca (en sentido amplio), con uno o varios bordes trabajados por retoques, generalmente escamosos y monofaciales (salvo excepciones), continuos y muy regulares, que suelen ocupar todo el borde de la lasca, formando un frente funcional (corte) uniforme, sin irregularidades (cóncavo, rectilíneo o convexo), que pudo servir tanto para raer (raspar: movimiento transversal), como para cortar (movimiento longitudinal). 





- Hendedores: Morfológicamente se caracteriza por ser un instrumento alargado, de grandes o medianas dimensiones, con un filo terminal transversal al eje morfológico de la pieza, como el de un hacha. 





- Raspadores: El raspador es un útil prehistórico sobre lasca o sobre hoja que presenta en una extremidad un frente retocado regular, convexo, cortante y no abrupto. A veces se dan raspadores dobles con las dos extremidades retocadas o, también, raspadores compuestos con otros tipos de útiles). Asimismo es común que los raspadores fuesen usados con un mango que se ha perdido.




Con el modo 2 o achelense surge un nuevo concepto del instrumental, que es planificado cuidadosamente. Se atiende, no tanto a las propiedades de cada materia prima, sino también a su abundancia relativa en el entorno, a su tipo de exfoliación, etc…Se generan nuevos instrumentos, ahora de carácter versátil, que son aptos para varias acciones y actividades.

Las herramientas no son fabricadas en el mismo lugar en el que surge la necesidad de utilizarlas, ni todas son abandonadas en el mismo lugar en el que se han elaborado y utilizado, como era habitual en la tecnología del modo 1. Con el modo 2 la producción instrumental comienza a ser más compleja y se estandarizan los métodos técnicos de talla. A partir de este momento la talla y configuración bifaciales se hacen sistemáticas; en general se invierte más energía en seleccionar las materias primas y en configurar los útiles, por lo que igualmente se comienzan a cuidar y reparar los equipos instrumentales. En definitiva, la vida media de los instrumentos pasa del ciclo de necesidad-producción-uso-abandono, a uno más complejo del tipo programación-producción-transporte-uso-reparación-abandono.

Muchos instrumentos, además, comienzan a ser intensamente configurados mediante una planificación técnica de varias fases en la fabricación del útil. La preconfiguración de las herramientas pasa a ser una parte importante de la producción técnica, y el propio trabajo invertido en configurar algunos de estos instrumentos redunda en un cuidado especial por su mantenimiento: mientras duran, son transportados de un lugar de trabajo a otro, como lo hacen las herramientas de un profesional actual. Así lo demuestra el hecho de que algunos instrumentos se hayan recuperado en ocupaciones donde no existen indicios de su elaboración, pero sí evidencias de que sus filos han sido reavivados en varias ocasiones o de que han actuado sobre diferentes materiales, cuya posible presencia simultánea en el lugar de abandono es, cuando menos,dudosa.

Dentro de esa nueva concepción, se elaboran por primera vez grandes instrumentos sobre lasca. Hasta ese momento, los grandes útiles se realizaban directamente sobre un canto o bloque, reduciendo mediante escasa talla la materia sobrante del canto original, de cara a obtener la morfología deseada. Estos instrumentos se caracterizan por su gran peso y masa, lo que puede constituir una ventaja de cara a su uso, pero también suponen una desventaja a la hora de transportarlos de un lugar de ocupación a otro. Si a ello unimos el incremento de trabajo en el mondo 2 en la elaboración general de los útiles, el resultado es la búsqueda de nuevas fórmulas para la c creación de instrumentos de grandes dimensiones. De entre los grandes útiles de nueva configuración destacan los bifaces y los hendedores, los primeros de forma apuntada y los segundos con un filo transversal semejante al de un hacha. 

Pero si todo funciona con un método de subsistencia oportunista como el Modo 1, en el que se elaboran herramientas exclusivamente donde y cuando se necesitan, ¿por qué molestarse en recorrer y estudiar un en paisaje en busca de fuentes de materias primas satisfactorias?¿para qué invertir un esfuerzo energía considerables elaborar instrumentos con una configuración en algunos casos intensa?¿por qué molestarse en acarrear algunos instrumentos y, en algunos casos, cantidades importantes de materia prima para hacerlos en otro lugar?¿es posible que estemos asistiendo a algo más que a una innovación tecnológica?. Algunos investigadores defienden que la tecnología del modo 2 parece representar una revolución allí donde se implanta. Pero más allá de una revolución exclusivamente tecnológica, parece estar reflejando un profundo cambio en las estrategias subsistenciales, económicas, territoriales y sociales de las comunidades que la utilizaron.

En el caso de África no hay datos suficientes para calcular la rapidez en la expansión y, por tanto, en la aceptación del Modo 2 respecto al Modo 1. Sólo se sabe que muchas comunidades debieron adoptarlo y que, en general, la expansión fue exitosa, a juzgar por su permanencia y extensión. No obstante, la tecnología del Modo 1 siguió perviviendo, salió de África antes que su contemporánea más moderna y se implantó en Eurasia, llegando después a Europa y Asia. Se plantea la hipótesis de que tras surgir y desarrollarse el Modo en África hace 1,4 millones de años, el Modo 1 siguiera siendo por mucho tiempo una tecnología con carácter y entidad propios, debido posiblemente a que diferentes sistemas subsistenciales y territoriales convivían entre las comunidades del homínido del momento. Sin embargo, en algún momento de la evolución se convirtió en un recurso tecnológico de emergencia, pasando a un segundo plano respecto a la tecnología más moderna. Ésta respondería a una nueva estrategia de subsistencia, posiblemente más organizada y compleja. La nueva tecnología permitiría cierta previsión de actividades o problemas y la anticipación de las respuestas adecuadas. Dichas modificaciones en la organización interna de estas comunidades humanas alterarían su relación con el entorno, que muy posiblemente desde ese momento pasaría a ser vivido como un territorio.

El modo II se asocia a poblaciones de Homo Ergaster, y hace su aparición hace 1,5 millones de años en África, aparece hace 1,4 millones de años en el Próximo Oriente, hace 800.000 años en Asia Oriental y llega a Europa hace 500.000 años asociado a poblaciones de Homo Heidelbergensis.

De acuerdo con los datos que tenemos en la actualidad, el modo II llegó a Europa desde fuera y lo hizo en una época muy tardía, hace 500.000 años, es decir un millón de años después de su aparición en África, pero una vez llega a Europa su difusión es extraordinariamente rápida. Ocurre todo lo contrario en Asia, donde el modo II aparece documentado en Bose, China, hace 800.000 años, pero luego hay un vacío hasta aproximadamente los 300.000 años, fecha en la que ya aparece con mayor frecuencia en los yacimientos asiáticos. 

Tenemos bien documentada la presencia del modo II en Ubeidiya, Israel, en 1,4 millones de años; este dato es sorprendente por cuanto supone la presencia del Modo II en el corredor de Palestina poco después de su aparición en el este de África. No obstante, tal expansión parece haber sido frenada más allá de esta zona, a juzgar por la ausencia de esta tecnología en Europa y Asia entre 1,4 m.a y 800.000 años, reflejo quizá de la escasez de yacimientos de esta franja temporal, y por la persistencia cronológica del Modo I en Asia hasta bien mediado el pleistoceno medio. Hace 800.000 años el modo II llega al valle del Bose, China, 

¿Cómo se explican las evidencias de Bose? ¿por qué es tan escaso el modo II en adelante?

Los autores del descubrimiento del modo II en Bose abogan por una explicación de convergencia multirregional. Los estudios de los sedimentos recuperados en la excavación china confirman la presencia de carbones junto con tipo de material sometido a altas temperaturas llamado tectita. Este mineral, al parecer, se genera cuando un meteorito impacta sobre la tierra. Los estudios comparativos realizados en China y Australia confirman que hace unos 800.000 años un meteorito impactó en la zona de Laos y Camboya, provocando la creación de estas formaciones, que son precisamente las que han permitido la datación del yacimiento. Por su parte, la presencia de carbones reflejaría el consecuente incendio de los bosques arrasados por el meteorito. Un impacto e incendio de tales magnitudes permitirían el afloramiento a la superficie de las rocas del suelo, hasta el momento completamente cubiertas por la densa capa vegetal típica de las zonas tropicales y subtropicales. Con las rocas a la vista, la materia prima lítica para hacer instrumentos habría sido asequible para las comunidades que habitaban la zona. Para estos investigadores, el modo II de Bose es producto de la experimentación técnica propia y local de aquellas comunidades de Homo Erectus, que contaban con la complejidad mental y organizativa suficiente como para elaborar una tecnología complicada. Unas demandas subsistenciales y territoriales específicas, unido a una capacidad y organización cerebral avanzada, habrían dado como resultado que esa experimentación técnica local hubiera desembocado en el desarrollo de una tecnología similar al modo 2 africano. De hecho, el modo 2 en África ya fue en su origen el resultado natural de la evolución del modo 1. 

Continuando con la hipótesis de Bose, en situaciones normales, la escasez de materia prima apropiada obligaría a las comunidades prehistóricas a fabricar los útiles sobre materiales perecederos. Esta hipótesis defiende la posibilidad del surgimiento de un mismo fenómeno tecnológico, el Modo 2, en dos lugares independientes, África y Asia, entre los que no ha habido flujo de ideas o personas. A este tipo de hipótesis se les llama convergentes o multirregionales, y por definición rechazan el papel de factores como la aculturación, la difusión o la emigración. De esta forma explican la escasez del Modo 2 en Asia, dadas las causas coyunturales e imprevisibles que permiten que las rocas del suelo queden expuestas, visibles y accesibles a la superficie, de manera que puedan seleccionarse los fragmentos más adecuados.

Otros investigadores, la mayoría, opinan que la variabilidad que presentan las industrias del yacimiento de Bose no pueden ser específicas de este yacimiento asiático. Creen que las analogías, similitudes e incluso homologías de los artefactos de Bose con el Modo 2 africano sólo son posibles si se trata de las mismas poblaciones de homínidos. Defienden una oleada migratoria africana con tecnología del Modo 2 al continente asiático.

En cuanto a Europa, el modo 2 llega hace 500.000 años y se expande con una gran rapidez por todo el continente. Pero cabe preguntarse si el proceso de implantación del Modo 2 fue producto de la difusión de ideas o del aporte directo a través de la migración de nuevos grupos humanos. En todo el pleistoceno medio en Europa se puede decir con claridad que todos los restos fósiles se pueden asociar a la especie Homo Heidelbergensis, ancestro del Neanderthal. Tras los descubrimientos de Georgia, toma la fuerza la posibilidad de que Heidelbergensis evolucione en Eurasia a partir de poblaciones de Homo Georgicus, sin embargo el hecho de ser portadores del Modo 2 hacen pensar en un origen africano. En la actualidad está descartada la hipótesis de que Homo Heidelbergensis sea producto de una evolución local en Europa, se acepta la idea de que es un grupo venido de fuera que trae la tecnología del Modo 2. 

Aceptando que el Modo 2 llega desde fuera con el Homo Heidelbergensis, el tema de la rápida expansión por todo el continente no puede explicarse de otra forma que no sea gracias a un fenómeno de difusión cultural, que tuvo que realizarse bajo la conjunción de varios factores: unas redes de intercambio relativamente densas, fomentadas por una demografía alta, un sistema de subsistencia ligado a desplazamientos regulares por el territorio y una estrategia de comunicación basada en el lenguaje. 

Para que la difusión tenga éxito no es imprescindible el sustrato físico de un grupo migratorio, sino una serie de requisitos entre los que destacan: un intercambio entre grupos o individuos que físicamente estén en contacto en el espacio, y un vehículo de comunicación como el lenguaje, que facilita la labor de explicar los beneficios aportará la nueva cultura que se difunde. Los estudios del profesor Ignacio Martínez Mendizábal en la sima de los huesos de Atapuerca concluyen que las poblaciones de Homo Heidelbergensis tenían un lenguaje articulado.

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